jueves, 8 de octubre de 2009

Felicidades Selva!

oy no podía dejar el ordenador sin antes felicitar a Selva.
Cierto que es un perro... y no creo que acceda a este blog para leer el post.... pero aun así... me apetecía mencionarlo. ¡Uno no cumple 10 añazos todos los días!

Enana, ¡te quiero mucho, ya lo sabes!

Tú tienes el reloj, yo el tiempo

Ayer alguien me envió esta entrevista. No sé hasta que punto es cierta... o si no deja de ser un mensaje de esos en cadena que de vez en cuando nos fastidian tanto por saturarnos el correo. Lo que sí sé es que me llamó muchísimo la tención y me hizo pensar... hojalá algún día consiga darle a todas las cosas la importancia que tienen.... y aprenda a valorar más lo que tengo, dejando de lado lo que no.... ¡estamos trabajando en ello!

Pego la historia a continuación:

TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO
 
Entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a:
 
MOUSSA AG ASSARID,
 
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali.
He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio
Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores
tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo
 
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
 
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se
levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
 
- Es de un azul bellísimo...
 
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y
nuestra piel toma tintes azulados...
 
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
 
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El
azul, para los tuareg, es el color del mundo.
 
- ¿Por qué?
 
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
 
- ¿Quiénes son los tuareg?
 
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del
desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es
la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
 
- ¿Cuántos son?
 
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece...
"¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!",
denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
 
- ¿A qué se dedican?
 
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino
de infinito y de silencio...
 
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
 
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay
mejor lugar para hallarse a uno mismo.
 
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
 
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabra de mi padre. Ellas nos dan leche y
carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba...
Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el
mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
 
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
 
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te
enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista,
orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes:
te llevará a donde hay agua.
 
- Saber eso es valioso, sin duda...
 
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme
valor!
 
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
 
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso.
¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos!
Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
 
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
 
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una
tormenta de arena! Me asusté, claro...
 
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
 
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de
respeto hacia la mujer?, me pregunté...
Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí
ganas de llorar.
 
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
 
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las
fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
 
- ¿Tanto como eso?
 
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos
enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para
mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo
mismo.
 
- ¿Qué pasó con su familia?
 
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo
caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir,
y una señora me daba de comer al pasar ante su casa...
Entendí: mi madre estaba ayudándome...
 
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
 
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-
Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me
lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería
capaz de leerlo...
 
- Y lo logró.
 
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
 
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
 
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar
descalzo sobre la arena cálida.  Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada
estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche,
miráis la tele.
 
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
 
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida
quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer,
frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie
quiere adelantar a nadie!
 
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
 
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha
llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles
se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
 
- Fascinante, desde luego...
 
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té.
Sentados, en silencio, escuchamos el hervor...
La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del
hervor...
 
- Qué paz...
 
- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Hoy me siento desolada....
veces no entiendo ni comprendo hasta que punto es mezquino el ser humano... ¿robarle a una anciana con algún episodio de demencia senil?
Me parece algo fuera de lugar...
Llevo toda la tarde con un nudo en el estómago... Sé que por desgracia pasa mucho más aamenudo de lo que soy consciente, pero esta vez me toca de cerca.
En fin.... en su conciencia quede!

viernes, 2 de octubre de 2009

¿Astemia otoñal?

Mira tú por donde, que a los 30 años voy a descubrir que la astemia primaveral no es la única que existe. Siempre he acusado el cambio de primavera a verano: cansancio, piernas hinchadas, tensión baja, etc... (como siga así voy a parecer un anuncio de medicamento); pero, mira tú por donde que este año, en el cambio verano otoño me sigo sintiendo cansada, eso sí, ahora no se me hinchan las piernas y diría que de tensión estoy bien.
Ayer, hablando con una amiga, me comentaba que este año coincide que el cambio estacional se está llevando a cabo como toca. Estamos en octubre, sigue haciendo calor, aunque menos, han empezado las lluvias... es algo progresivo; no como otras veces en las que pasas de quitarte las camisetas de tirantes a ponerte el abrigo.
En fin, sea como fuere, y sea como acabe esto, me quedan 3 semanas para hacer vacaciones! Supongo que las ganas de que lleguen también agudizan algo más esta sensación.