domingo, 9 de diciembre de 2007

por fin el viaje

La verdad es que no sé por donde empezar, aunque imagino que la mejor opción es siempre hacerlo desde el principio. Así que allá voy:

La aventura empezó ya sin salir de Barcelona. Esta vez viajábamos Diego, Fidel, Meri, Josetico, JJ, Selva y servidora. cinco ciegos, un semi y un perro. Pues bien, como comenté en el post anterior el tren en el que viajábamos no tenía asistencia (otro día ya entraremos en detalles asistenciales de renfe....), total, que como nuestro vagón era preferente (en turista no quedaba nada) pues tuvimos acceso a la sala VIP, donde amablemente nos ofrecieron bebidas y algo para picar, a parte de asegurarnos que nos acompañarían al tren, eso sí, haciendo constar que nos hacían un gran favor porque no les correspondía hacerlo. Las siete..... las siete y media.... las ocho menos cuarto.... el personal de recepción no hacía más que entrar y salir... "¿nos vamos ya?" preguntábamos todos algo inquietos... ocho menos diez.... "Noooo, tranquilos que ahora venimos a buscaros." A las ocho menos dos minutejos vienen a por nosotros. ¡Empieza la aventura! Pasa las mochilas y demás enseres por el detector de metales. Baja corriendo volando por el ascensor, porque está claro que no podemos bajar escaleras y no solo eso, si no que el tren estaba a puntito de salirrr. Llega la primera tongada al vagón. Bronca del revisor. "¿Cómo llegais tan tarde?" Disculpe, señor, llevamos desde las 19 horas esperando en la sala VIP. Bronca entre los empleados de RENFE "pues si el tren se va y alguno se cae... no nos ahcemos responsables". Llegamos el resto. Subimos al tren. ¡Empieza la búsqueda del compartimento! A todo esto, el señor revisor estaba de los nervios.... En fin, después de saturar el pasillo, y de hablar con dos viajeros para que nos cambiaran el asiento y así poder viajar todos juntos (no podemos olvidar el santo sopapo que se llevó el pobre chico al recoger sus cosas para irse al otro compartimento), parecía que la cosa se calmaba un poco. Pero no. al llegar a Lleida, vino un grupo de cuatro personas a nuestro compartimento. Tras mirar y remirar los billetes, llegamos a la conclusión de que RENFE había vendido más billetes de los disponibles. Así que el overbooking no solo existe en las compañías aéreas, si no que nuestra gran red de ferrocarril también lo practica. Finalmente, nosotros nos quedamos en el compartimento y a los otros les buscaron una ubicación alternativa. Entre una cosa y otra (las croquetas de la madre de Diego, la tortilla de patatas de Fidel, las patatas, etc, etc...), las horas fueron pasando y ya estábamos cerca de nuestra meta, Logroño. Nuestro miedo era que con un revisor tan simpático, teníamos muuuchos números de que no nos avisara. Así que como medida cautelar, decidimos invadir el pasillo y aposentarnos cerca de la puerta. faltaba aún media hora, así que otra revisora más amable nos recomendó volver a nuestros asientos y aseguró que vendría a avisarnos unos diez minutos antes de llegar. Yo reconozco que en ese momento ya empecé a ponerme un tanto de los nervios.... y el tiempo pasaba muy lento y nadie venía a decirnos nada. De repente, Fidel dice "hay luces. Estamos llegando" Así que yo salí por patas del compartimento y volví a ocupar la posición anterior. Los otros fueron llegando, y apareció la revisora y nos dijo que venía a avisarnos. total, que llegamos, bajamos, llamamos a un taxi y nos fuimos a la pensión. Hasta el momento ningún problema con el perro y la verdad que todo estaba saliendo rodado.... salvando algunas anécdotas. Eso sí, el taxista que nos llevó a Meri, JA y a mí, os cobró dos euros más.... ¿sería por el perro?
Llegamos a la pensión y el recepcionista fue (es) encantador. Nos enseñó las habitaciones explicándonos todo aquello que le preguntamos. Es cierto que es su trabajo... pero ya sabemos que las cosas pueden ahcerse bien o mal....

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